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30/10/09

Llorando por veinte y tantos males

Eran las dos mil de la tarde, el sol se había ocultado,
Y sonaba la canción más triste que pudo acompañar a la festejada:
“No se que tienen las flores llorona,
Las flores del campo santo, que cuando las mueve el viento, llorona, parecen que están llorando”

En el lúgubre no se donde, en la playa del no me acuerdo… llorando las penas de los veinte y no quiero, estaba.

En donde los cilindros de vidrio se escondían en la arena seca en cuanto se vaciaban.
Y donde los cangrejos les llegaba el agua salpicada y cortada,
Allí estaba, festejando, con saña y locura.
Gritando y olvidando…

La compañía de la música había colaborado en las lágrimas,
Tenía cierta idea de lo que se refiere a decepciones,
Todos los años lo mismo, limón en sol.

Cumplir años es de jóvenes, dejarlos es de viejos.
Hay que aflíjase, borracha, cuando tenga ideas viejas…
Y por más que busque, no encuentre el camino de regreso.

Al amanecer había dejado una huella por toda la playa,
En donde, pese a todo resentimiento habían pasado un par de horas,
El problema seguía allí: la edad.
La playa seguía corriendo, hacia adentro, hacia fuera.
El tiempo no se había detenido.
Nunca había estado sola,
Nunca había olvidado,
Nunca salio de este planeta,
Siempre tuvo la misma edad.

Vio Ángeles tocando el cielo,
Ballenas asesinas jugando con delfines,
Observo pingüinos en el desierto,
Y el hombre de su vida sonriéndole,
Solo vio, nunca sucedió.

A excepción de unos cuantos moretes, una resaca y un mesero cansado…
El tiempo no había retrocedido,
Solo, que eran las seis mil de la mañana del siguiente día, el sol había regresado.

Ya te había dejado ir…

Ya había decidido estar solo.
Tenerte era complicado.
Las cosas se habían puesto mal.

Había decidido una despedida fría.
De las que no ves a los ojos.
De las que no tocas,

De esas despedidas,
En donde tienes que admitir la verdad,
Verdad, capaz de entregar la libertad.

Sin embargo nos volvemos a ver…
Ya te había dejado ir,
Me resigné, nada funcionó

Te había dejado ir,

Y no tenía más planes para verte,
No pensaba en el futuro,
Utilicé el remedio perfecto: la indiferencia.



Ya te había dejado ir,

Y hoy debo darte la bienvenida otra vez,
Muy al pesar de todos,
Mi corazón está en el lugar perfecto.

Esta vez es para siempre.

La vida en un año

El sofá estaba inquieto
Al menos, así lo sentía
Sentado, esperaba las doce de la noche
Aguardaba solo

Él, un hombre de la mediana edad
Un rostro seco, ojos corridos
Con un terco olor a tabaco

No era cualquier día,
Era 31 de diciembre
Un cambio de año,
Olvido para unos, promesa para otros

Deseaba con toda su fuerza
Ser testigo de la desaparición de este año
Año de crisis, año de adiós, de penas, de dolores
Quería acompañarlo en su último segundo

El reloj colocado cuidadosamente
Como vecino del sofá verde
Palpitaba cada segundo… el año moría en su último suspiro
Ese viejo reloj de madera angustiada

La fuerza motriz actúo sobre la masa suspendida
La acción de la gravedad hizo mover el péndulo
Escuchó la primera campanada, solo quedaban once
Solo quedan once

En su rostro afloró una suave sonrisa con olor a esperanza
Estaba sucediendo,
El esperado momento había llegado
Esperanza en forma de sonrisa

El año estaba por terminar
Él sabia perfectamente que esperar al abrir los ojos
Quizás una nueva oportunidad
Quizás solo los nuevos días del calendario

Estaba ciegamente convencido que los ciclos son importantes
Permiten iniciar y terminar
Sabía que las perversidades de la vida se olvidan
Las bondades se repiten

En el año que estaba por fallecer había perdido
Había encontrado
Lloró
Se había perdido

Había amado
Había odiado
Sonrió
Gritó con el eco de la soledad


Se había levantado temprano
Había disfrutado del día
Había odiado lo cotidiano
Se había contradicho

Se había corregido a si mismo
Había hecho dietas, y las había dejado
Inició con ilusión cosas sencillas
Se complicó la existencia con experiencias complejas

Había traicionado
Se había comprometido
Lo habían abandonado, y había abandonado
Viajó por dentro de sí mismo  y por fuera de su país

Había despertado acompañado
Se había sentido solo
Había caminado, había mirado, olido, tocado, comido…
Había desconfiado de los recién llegados

Había fumado
Había comprado
Había masturbado, se había masturbado...
Renegó de lo superficial

Había esperado a Dios en su esquina habitual
Se había conformado con el hoy
Se había arrepentido de sus actos
Cerró los ojos mientras ahogaba su pecho

Se sintió viejo
Rejuveneció
Pensó que el pasado había sido mejor
Añoró a los que se fueron


Había logrado un premio
Había leído un libro
Había convivido con gente diferente
Respiró lentamente mientras fingía estar bien

Había vuelto a nacer
Había soñado
Había aprendido un nuevo oficio
Había hecho algo por primera vez

Se había entregado
Se enfermo, sanó, oró, engaño, rogó a Dios, se enfado con él…
Todo ello lo había vivido en 365 días
Tuvo la vida en un año, y el año en una vida…

La imaginación de las personas

Español:

A mi me gusta la imaginación de las personas, porque pueden enamorarse y subastar su corazón con cualquier persona, usando únicamente como referencias la palabra, la mirada y las promesas.

A mi me gusta la imaginación de las personas, porque aman, se entregan, sonríen... y de repente un día olvidan la felicidad, y se sienten desdichados, tristes y melancólicos.

A mi me gusta la imaginación de las personas porque tienen profundas emociones, como la ilusión y la desilusión dos sentimientos muy fuertes que llenan y vacían el alma. Pueden vivir de una ilusión, pero también pueden vivir sin una ilusión y seguir respirando.

A mi me gusta la imaginación de las personas porque perdonan aunque no olvidan, siempre albergan en su corazón el regreso de aquello que fue mejor, de volver al pasado, sentirse diferente a hoy, de volver a creer…

A mi me gusta la imaginación de las personas porque crean relaciones con su entorno, con las cosas, las situaciones y las otras personas. Saben como ser felices, como creer profundamente en algo, y lamentablemente saben como llorar, morir y sufrir.


Italiano:
Mi piace la fantasia delle persone, perché si possono innamorare e vendere all'asta il suo cuore con chiunque, utilizzando come riferimenti solo la parola, los guardo e le promesse.

Mi piace la fantasia delle persone, perché amano, si danno, sorridono ... e poi un giorno dimenticano la felicità, e si sentono infelici, tristi e malinconici.

Mi piace l' immaginazione della gente perché hanno emozioni profonde, come l' illusione e la delusione forte, due sentimenti che riempiono il vuoto e l' anima. Essi possono vivere in una illusione, ma si può anche vivere senza illusioni e continuare a respirare.

Mi piace la fantasia delle persone, perché perdonano, ma non dimenticano, ma sempre sperano nel cuore il ritorno di ciò che era meglio, ritorno al passato, sentirsi in maniera diversa, credere ancora ...

Mi piace la fantasia delle persone, perché creano delle relazioni con l' ambiente, con le cose, le situazioni e le altre persone. Sanno di essere felice, e credono profondamente in qualcosa, e purtroppo sanno piangere, a morire e soffrire.