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22/2/10

Bueno y malo

Si lo políticamente correcto, si la ética y si la emoción, y si el compromiso y si el compañerismo desaparecen no habría que preocuparse aún, tendríamos la posibilidad más básica: tildar a las personas como buenas o malas.

Será una opción de las más utilizadas y muy poco creativas, con pocos recursos y una estricta dependencia del instinto y prejuicio de cada uno, pero sobreviviría una forma de limitar, encasillar y separar a los amigos y a los enemigos.

Y si nos fallase la asignación de las etiquitas bueno-malo, tendríamos la difícil tarea de usar la intuición.

La intuición sería una forma descubrirnos también a nosotros mismos, de vernos a nosotros mismos, olernos a nosotros mismos, saborearnos a nosotros mismos y de escarbar en nuestros cuerpos.

12/2/10

La cama

El vaso de vidrio estaba seco, con unas cuantas aristas, y parecía que la persona que limpiaba ese vaso no tenia la fuerza o la técnica necesaria para lavarlo, lavarlo bien… tenía tres aristas bien marcadas, una mas intensa que la siguiente, es como si el estancamiento del agua había oxidado el cristal formando unas especies de anillos blancos.

El vaso siempre estuvo en el mismo lugar, como esas cosas que deben estar siempre en un lugar determinado sin mayor explicación.

Junto al vaso, unas gafas de lectura y una lámpara amarilla. La pantalla de esa lámpara era vieja. Era una especie de tela seca y sin color, tan vieja que parecía un papel amarillo a punto de romperse.

El vaso, las gafas y la lámpara estaban sobre la mesilla de noche, una mesilla de madera, con cuatro patas como dice la costumbre, de esas mesillas de noche ridículas que no tienen razón de ser: sin gavetas y de color gris.

La mesilla de noche no estaba junto a la cama. El colchón parecía nuevo y la ropa de cama vieja. El lado derecho de la cama ha tomado la figura de quien se ha postrado en ella, de quien duerme de día y de noche…

El respaldo de la cama estaba colgada una bata de estar en casa que jamás seria usado por mi madre.

11/2/10

Crisis

Se dicen de la crisis muchas cosas.

Quiero, no obstante, referirme a la más grave de todas: la crisis de las personas. Muchas veces la gente no encuentra el camino, sin importar si está caminando en Graz, Nueva Deli, Tánger, Sao Paulo o Managua. Porque la crisis personal no tiene que ver con el suelo que se pisa, o el dinero que no se tiene.

La crisis personal es la carencia de la identidad, de la emoción y de la esperanza. Cuando las personas pierden estas tres cosas, no importa nada. Porque lo habrán perdido todo.

La carencia de la identidad es cuando olvidamos de donde venimos, cuando renegamos de lo que somos, y cuando ponemos sobre nosotros una persona que al verla en el espejo somos incapaces de saber si somos nosotros o una construcción de concreto y materiales artificiales.

La carencia de la emoción, es la falta de sensibilidad ante el dolor, la soledad o ante la indiferencia. Cuando la muerte nos parece igual a la vida, cuando la risa no se distingue de un llanto, o cuando desaparece el sentido de la sorpresa, la carencia de la emoción también existe cuando la distancia borran los recuerdos.

La carencia de la esperanza es cuando perdemos el sentido de nuestros pasos y no construimos puentes en el abismo de la desolación para seguir caminando, cuando no pesamos en el mañana y cuando ya hemos perdido todas las posibilidades.

Por eso aconsejo que siempre que la crisis asome por nuestras ventanas cerremos los ojos y respiremos hondo, y luego piensa que mañana será otro día. No hay mas artilugios ni secretos para avanzar.

3/2/10

El tiempo y la banda sin fin

Los días pasan despacio, has horas rápido, y así los meses. Pero los segundos son mortales, porque fallecen cada vez que cierro los ojos, cada vez que respiro, cada vez que pienso, cada vez… y se suman a los días, las horas y los meses que ya se fueron.

Por eso no hago contratos a largo plazo con el tiempo, porque ya tiene un programa que seguir, un destino escrito: pasar y cumplir su recorrido como una banda sin fin.