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26/10/10

La cultura de las hipótesis

Cuando responder a los estímulos con pedazos sacados de diferentes realidades se vuelve un vicio, y cuando retomar muchas historias para contar una misma verdad se vuelve una justificación, inicia la deconstrucción de la realidad y se profundiza la cultura de las hipótesis. Esa cultura que es el mayor fracaso de nuestra existencia, un error existencial que ha sido nutrido de significados y contenidos ajenos.

En el contexto mismo de esta precaria cultura, debemos aprender a reconstruirnos y reconstruirnos sin dejar de lado a nosotros mismos, que con nuestra corta apreciación de la realidad, y el mutismo intelectual que implica un lenguaje tan limitado como el humano, podemos ser nosotros, así, sin más.

Debemos aprender a responder, primero a nosotros mismos, después a quienes nos rodean, y después a las personas en general y por ultimo la realidad misma, convertida en forma de universo, tanto al universo material, como al universo espiritual.

Después de responder a cada hecho y a cada objeto debemos aprender a recibir, a recibir respuestas, a recibir emocione y a recibir estímulos, por ultimo, después de responder y recibir, debemos aprender a estar, allí radica nuestro mayor reto.

Estar, ante todo, significa entender nuestra realidad, nuestros propios niveles de dificultad y la capacidad que tenemos para responder a esas dificultades. Es como cortar una hoja del periódico, diseccionar cada imagen y cada letra, ello con el objetivo devolver a cada historia, a cada recuerdo, a cada hecho -a cada facto- su origen, su esencia.

No se trata de reconfigurar un monstruoso décollage moral, sino un décollage de nosotros mismos, ordenando nuestras partes: en donde todo parte de una misma imagen, una misma persona. En este ir y venir nos conoceremos serna, sincera y plenamente sin surrealismo y sin dobleces.

¿Hay algo que merezca más la pena que reemplazar la cultura de las hipótesis por las respuestas propias?