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13/6/09

Epitafio

Hace unos años habia elegido mi epitafio. Lo coloqué discretamente en un escrito titulado “Hoy te vi”, todo surgió a partir de un sueño que contó una amiga, este sueño era sobre mí, en el yo había fallecido y ella entristecida por la perdida lloraba mi pronta despedida de lo terrenal.

Y es en si mismo mi relación existencial la que he descrito en el epitafio: “Mi camino era una especia de locura, en donde disfrutaba de la soledad y se encerraban miradas y pensamientos. Mi camino era como el sol, una guía constante, pero de tanto seguirlo quema, por ello decidí descansar, porque seguir el camino, es caminar. Es necesario ponerse fuera del mismo contexto de nuestras vidas, situarse a la par y verse caminar”

Cuando había escrito esto, pensé en tomarlo como mío, y que el día que muriera –de verdad- alguien pudiese colocar en mi tumba ese texto.

Sin embargo, ya he cambiado de parecer, a partir de ahora, cuando yo muera quiero que mi epitafio sean las palabras de la Doctora Salvadoreña, María Isabel Rodríguez:
"En momentos de mucha trascendencia en nuestras vidas, cuando quisiéramos encontrar las palabras que reflejen la profundidad de lo que deseamos, lo que pensamos y sentimos, es entonces cuando resulta frustrante darnos cuenta que nuestro lenguaje no es suficiente para comunicar a cabalidad eso que queremos decir."

A mi me ha pasado muchas veces... yo que no soy escritor he sufrido la constante necesidad de saber las palabras para las cosas trascendentes, claro está, que existe la demostración de las emociones –los hechos- como elemento que rige el comportamiento y la plenitud del Ser Humano, pero mi expresión aun no ha conocido la forma de utilizar las palabras trascendentes en momentos importantes de mi vida, pero creo que esta frustración también la han vivido los grandes escritores, García Márquez, Benedetti, Coelho, Virginia Wolf, Shakespeare…