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30/4/10

¿Somos eso que dices?

Supongamos que estoy sentado sobre un tronco seco, mientras llueve estoy comiendo una naranja acida, y cada vez que como un pedazo de fruta te veo a los ojos. Se supone que somos un par de personas viviendo en algún país tropical.

Estoy sentado en un sofá de cuero, leyendo mi correo electrónico en un escritorio diáfano, en el que se respira un cierto aroma a minimalismo, el cual no disfruto porque el estrés esta conmigo y viene en forma de cinco timbres diferentes que anuncian llamadas telefónicas. ¿Debo suponer que soy un ejecutivo?

Camino por una soleada calle de alicante, me ven caminar todos los españoles que se encuentran en la acera, y por sus miradas intuyo que me etiquetan como: “Turista ingles, exigente, reservado, ¿Soy un viajero?

Para usar tu imaginación conmigo, para plantearte estar el resto de tu vida a mi lado deberías saber que no me gustan los cítricos, odio las oficinas y no me gusta viajar. Pero, si aun así quieres seguir creando escenarios alternativos para nosotros, adelante cada quien hace su mundo.

Pero esa historia será solo tuya, yo no seré eso que dices que soy. No soy la idea de nadie, no estoy en la imaginación de nadie, no me gusta residir como una imagen o un concepto, tampoco soy un recuerdo.

La línea invisible

Se trata de una frontera imaginaria la cual no debemos pasar, es una raya que limita el antes y el después. Reduce nuestras ideas a kilómetros, metros y centímetros. Es una forma de medir hasta donde podemos llegar sin sufrir las consecuencias de los errores.

Esa señal puede ser violada una y otra vez, pero basta un momento de mala suerte para que se deba pagar el exceso de libertad.

Y este riesgo, es porque nunca nos hemos escuchado, siempre hemos cometido los mismos errores y hemos salido impunes, ya deberíamos saber que se trata de una injusta forma de actuar, y que alguna vez esa línea nos pasará un recibo por consumo extra.

24/4/10

El compromiso

La historia que tengo entre mis manos está sin final. No tiene principio ni fin, busco una palabra que me permita concéntrame, que me permita tener un sentido y después de mucho pensarlo, creo que la palabra es compromiso. Por eso es que me detengo bajo ese árbol verde.

Miro hacia arriba, veo las hojas y repito mil veces, compromiso, compromiso, compromiso, compromiso, compromiso y cuando faltan 995 veces más para pronunciar “compromiso”, justo pienso al iniciar la pronunciación de la sexta palabra y sobresalta en mi una duda ¿Qué es el compromiso?

¿Es recibir?, ¿Entregar? O ¿Es dar y recibir? Vuelvo a repetir,compromiso, compromiso, compromiso, compromiso y descubro que no hay nada en mi interior que conecte con esta palabra y aunque la repitiese mil veces para mi no tendría ningún sentido.

Por eso en principio debería ser un comprometido, pero al no serlo que es peor? Pretender que lo soy y engañarme y luego engañar a los demás o ser sincero y decir que no soy un comprometido. He entendió que antes de ser un comprometido se valora mas ser sincero.

15/4/10

La posibilidad del recuerdo

La imposibilidad de hacerse recordar es más dolorosa que la imposibilidad de hacerse oír. Por eso es que yo prefiero más una buena fotografía que gritar; al ver una cámara me preparo para la eternidad, esa indiscutible perpetuidad que significa cada imagen, cada momento congelado se trata de un instante que quedará grabado como un momento determinado de mi vida.

No sé si finalmente podré ver esa fotografía, ya sea impresa, en una pantalla o en la memoria de cualquiera, eso siempre es lo de menos, lo que importa es que alguien más podría hacerlo, cabe la posibilidad que nadie vea esa imagen, pero no hay que correr riesgos, la simple posibilidad que quede disponible para cualquiera –y a la vez para nadie- es lo que hace desear mirar el objetivo y concentrarse en mandar un mensaje para ser recordado.

Así mismo, se que gritar no sirve de nada, porque levantar la voz significa no escucharse así mismo, porque al final lo que mejor se dice es con el silencio.

Porque, después de todo, ser recordado es más fácil de lo que se cree. Para ser recordado hay que detenerse cualquier día –un día simple-, hacer catarsis, desnudarse y decidir empezar a ser uno mismo para ser querido por lo que se es, a ser conocido como uno es, y a vivir por lo que uno es de forma intensa, inequívoca y comprometida; así habremos sobrevivido al tiempo y esas imágenes impresas, digitales y mentales de nuestro rostro –o rostros- y de nuestros hechos quedaran para siempre.

Ya se sabe que hacerse oír es una tarea más o menos difícil, pero es momentánea, efímera y etérea. Porque después de todos los intentos posibles terminaras enterándote que tus ideas nunca mueren, siguen en ti y no corresponden la cantidad de quienes te escuchen, sino la fuerza con la que sigas creyendo.

En cambio, el recuerdo es universal, y contiene un reflejo total de las cosas que siempre perduran, valen y viven.

/A FMVP

11/4/10

Todos los momentos con Rodrigo

Rodrigo, yo y todos los momentos que vivimos son raros, pocos y sin ningún sentido. Lo primero que recuerdo de él es verle caminando por la calle mientras tomaba un refresco energizante, llevaba puesta una camisa negra sin mangas.

Creo que llevaba unos pantaloncillos cortos y unos zapatos deportivos. Llamé su atención con la bocina del Mazda 626 mientras conducía frente a un bar en la Avenida del Hipódromo –Hoy mal llamada con otro nombre- , escucho el sonido y volvió su mirada, me saludo como que me conocía desde hacia unos dos años.

Me detuve diez metros adelante, espere que se acercara al coche – mientras él se acercaba Almu gritaba con una mezcla de alegría y miedo-, se acerco a la ventanilla del coche, me miró, sonrió y mientras se alejaba me dijo “disculpa, pensé que eras alguien a quien conozco”, -pensé que estaba loco, quien había llamado su atención fuí yo-, le dije que me interesaba mucho conocerle, que subiese al coche.

Le convencí rapidamente, no tuve que repetir nada más.

No fue nada perezoso, se subió al coche, dimos un par de vueltas, mientras me decía su nombre, su edad, su lugar de trabajo y su número de móvil.

Tres días después llego a mi casa, previa conversación inútil al sexo de primera vez, fuimos a mi habitación, y me dijo que tenía algunos vagos recuerdos de sus relaciones anteriores, que le gustaría que yo sobrepasara esas expectativas, en cuanto labios, boca y lengua se refiere.

Había abierto las ventanas del pequeño patio, ventanas desde las cuales miraba las de Almu -vivía en el apartamento de arriba- , así que las ventanas estaban abiertas para que ella se enterase de la conversación, pero sobre todo de los sonidos excitantes que preveía, saldrían esa noche.

Al final me puntuó con un siete el muy hijo de puta.

A parte de su solicitud para ponerle un negocio también recuerdo que al verle caminar en la calle pensé que era el hombre que jamás tendría en mi cama, y al tenerle en mi cama, pensé que jamás le volvería a ver lejos de ella.

La imaginación muchas veces nos juega bromas.

Por una tarde, San Benito parecía alguna Ciudad de la vieja Mitología Griega, Rodrigo era el Adonis que mostrando sus encantos paseaba por las calles, tan hermoso que Afrodita –yo- quedé hechizado por su belleza, traté de encerrarlo en un cofre, pero sin dárselo a Perséfone –Almu-.

Como había sucedido entre las dos diosas según la mitología hubo una pequeña disputa porque Almu también descubrió el tesoro que significaba la belleza de este Adonis , esta vez la disputa entre dos diosas terrenales no fue resuelta por ningún Zeus, sino por su desaparición del objeto del deseo.

Después de dos semanas de paseo por el olimpo la mortalidad volvió a mi, el adonis se fue llevándose consigo su sonrisa inquieta, su camisa negra y dejándome la certeza que los dioses son hedonistas empedernidos.

2/4/10

mi vida: mas grande que el destino.

Las noticias llegaron y todos se dieron cuenta que aquel a quien habían adorado no existía. Unos lloraron, otros enloquecieron y muchos más lamentaron haber perdido el tiempo.

Mientras yo desde lejos observaba la escena gris en donde unos seguían creyendo, insistian en creer, porque era lo único que les consolaba su misma equivocación. Pero las mayorías pudieron ver el polvo en el que se habían convertido sus ideales y sus sueños.

No hubo duda de aquello que se sospechaba sobre los griegos, los egipcios, los mayas y los americanos: inventaron dioses para tener a la gente irracional ocupada en la espera de respuestas que nunca llegaron.

Si cada uno tuviese leer detenidamente y observar un poco mas profundo podrían haber descubierto que solamente se trataba de frases muy bien dichas, obviedades generalizadas y carentes de sentido. Palabras sin lógica.

¿Porque debería existir alguien tan poderoso que nunca mostro compasión por la criatura más débil de todas?

Parece ridículo, pero todos siguen una pequeña corriente de hábitos estrictamente planificados: nacen, crecen, creen y mueren. No hay más. Por eso es que al igual que Matilde para mi la vida es mas grande que el destino.