Páginas

15/4/10

La posibilidad del recuerdo

La imposibilidad de hacerse recordar es más dolorosa que la imposibilidad de hacerse oír. Por eso es que yo prefiero más una buena fotografía que gritar; al ver una cámara me preparo para la eternidad, esa indiscutible perpetuidad que significa cada imagen, cada momento congelado se trata de un instante que quedará grabado como un momento determinado de mi vida.

No sé si finalmente podré ver esa fotografía, ya sea impresa, en una pantalla o en la memoria de cualquiera, eso siempre es lo de menos, lo que importa es que alguien más podría hacerlo, cabe la posibilidad que nadie vea esa imagen, pero no hay que correr riesgos, la simple posibilidad que quede disponible para cualquiera –y a la vez para nadie- es lo que hace desear mirar el objetivo y concentrarse en mandar un mensaje para ser recordado.

Así mismo, se que gritar no sirve de nada, porque levantar la voz significa no escucharse así mismo, porque al final lo que mejor se dice es con el silencio.

Porque, después de todo, ser recordado es más fácil de lo que se cree. Para ser recordado hay que detenerse cualquier día –un día simple-, hacer catarsis, desnudarse y decidir empezar a ser uno mismo para ser querido por lo que se es, a ser conocido como uno es, y a vivir por lo que uno es de forma intensa, inequívoca y comprometida; así habremos sobrevivido al tiempo y esas imágenes impresas, digitales y mentales de nuestro rostro –o rostros- y de nuestros hechos quedaran para siempre.

Ya se sabe que hacerse oír es una tarea más o menos difícil, pero es momentánea, efímera y etérea. Porque después de todos los intentos posibles terminaras enterándote que tus ideas nunca mueren, siguen en ti y no corresponden la cantidad de quienes te escuchen, sino la fuerza con la que sigas creyendo.

En cambio, el recuerdo es universal, y contiene un reflejo total de las cosas que siempre perduran, valen y viven.

/A FMVP