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28/10/09

No es alarma...

No es una alarma.

Eran las dos de la madrugada, me disponía a entrara en el cuarto de baño – o lo que quedaba de él- de aquella vieja casa. Vi señales de visitas anteriores: una colilla de cigarro apagada con la suela de un zapato, unas dos horas atrás, una especie de “firma” en la pared, y quizás lo más parecido a una carta de amor:

“Que estés ahí tirado, encerrado en ti mismo, llorando y soportando esos pensamientos negros. En donde la banda sonora de tus penas es aquella, nuestra vieja canción, si, la que escuchábamos en la cochera de tu setentera casa, algo así como “a culprit of my tears” de aquel artista que siempre canto en solitario.
No es alarma –tampoco- que sea porque te has quedado solo, porque, no escuchaste cuando tenias que haber escuchado. No mirabas cuando tenías por delante todo para despertar de ese retardo que solo tus ideas te dan.

No es alarma que el amor de tu vida se haya quedado perdido, si nunca fue más que una compañía, porque los amores verdaderos ni siquiera existen. No lo digo yo, lo dicen los miles de divorciados, los miles de traicionados y los miles de creyentes, que simplemente un día dejaron de creer.

No es alarma por lo que tus ojos lloran, sino por quien lloran, no merece la pena perder una gota de lágrima, mejor sonríe, deja de llorar por mi”


No encontré palabras para opinar sobre esta carta de amor, amor negro o como se pueda denominar a este tipos de despedidas propias de una secta del dolor.

Solo me dije, que debía ser una broma, porque de lo contrario a donde está el cadáver del pobre que destinatario de esta carta, misiva capaz de provocar el deseo del suicidio.