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11/2/10

Crisis

Se dicen de la crisis muchas cosas.

Quiero, no obstante, referirme a la más grave de todas: la crisis de las personas. Muchas veces la gente no encuentra el camino, sin importar si está caminando en Graz, Nueva Deli, Tánger, Sao Paulo o Managua. Porque la crisis personal no tiene que ver con el suelo que se pisa, o el dinero que no se tiene.

La crisis personal es la carencia de la identidad, de la emoción y de la esperanza. Cuando las personas pierden estas tres cosas, no importa nada. Porque lo habrán perdido todo.

La carencia de la identidad es cuando olvidamos de donde venimos, cuando renegamos de lo que somos, y cuando ponemos sobre nosotros una persona que al verla en el espejo somos incapaces de saber si somos nosotros o una construcción de concreto y materiales artificiales.

La carencia de la emoción, es la falta de sensibilidad ante el dolor, la soledad o ante la indiferencia. Cuando la muerte nos parece igual a la vida, cuando la risa no se distingue de un llanto, o cuando desaparece el sentido de la sorpresa, la carencia de la emoción también existe cuando la distancia borran los recuerdos.

La carencia de la esperanza es cuando perdemos el sentido de nuestros pasos y no construimos puentes en el abismo de la desolación para seguir caminando, cuando no pesamos en el mañana y cuando ya hemos perdido todas las posibilidades.

Por eso aconsejo que siempre que la crisis asome por nuestras ventanas cerremos los ojos y respiremos hondo, y luego piensa que mañana será otro día. No hay mas artilugios ni secretos para avanzar.