Páginas

10/10/10

Asesinando un mito

De pronto un día amanece. No puedes dejar ir esa idea. Después de todo ahora ves las cosas con cierto sentido del humor, te das cuenta que has dejado ir un mito, ese hombre, esa mujer, ese artista, ese amor… eso. Te das cuenta que ciertamente no puedes vivir sin el dramatismo que significa la vida, porque el drama es el significado real de todo lo emocionante. El drama significa todo cuando así lo quieres.

Pero obviamente puedes prescindir de este mito en específico. Hoy miras las cosas como a través de un viejo televisor: en blanco y negro. Sabes que tienes todo lo que necesitas para elegir: la certeza, la determinación y el deseo irremediable de soltar esa cuerda que te ata a una imagen que por mas que lo hubieses deseado jamás podría haber sido.

Sabes perfectamente que en estos tiempos, donde la burbuja de la irrealidad y la sobredosis de historias confunden, solamente hay dos tipos de personas, los que van en una especie de viaje en línea recta y los que requieren del dramatismo para existir, esa es la nueva realidad, por eso hoy más que nunca es valido sonreír a la misma vez que se llorar.

Ya lo hicieron Shakespeare, Frida, Dalí, Warhol, Mae West, Yoko Ono, Lagerfield y últimamente Gaga y millones de anónimos. Deberías seguir esa forma de pensamiento, en donde importa lo que quieres, no lo que eres en este preciso momento.

Aunque seas amante de lo idílico, asesinar un mito es posible, solo se requiere comparar, buscar otra opción y tener la fuerza para cruzar esa línea invisible en donde se besan el amor y la indiferencia. Pero deberás pensarlo detenidamente ya que no puedes volver, una vez cruzas la línea se vuelve de cristal y siempre chocarás cuando intentes regresar.

Es así como sucede en la vida real, un día nace la afinidad por esa cosa en específico, una especie de admiración; la sobreexposición hace lo suyo y de pronto te hayas envuelto en una relación de dependencia en donde el más mínimo reproche es como una cuchillada mortal. Te das cuenta que eso que te parecía especial se ha convertido en una tremenda locura.

Te dices a ti mismo que ya no quieres eso. Ya no te conoces al verte a ti mismo. Ahora buscas la forma de desprenderte, buscas el sentido de tu camino porque quieres caminar, emprender el camino y dejarlo todo, deseas quitarte esa piel y que el oxigeno llegue hasta lo mas profundo de tus pulmones. Todos tus nuevos deseos implican dejar de creer en muchas cosas, dejar de querer a muchas personas, dejar de estar en muchos lugares. Has decidido creer solo en lo que es indispensable.

Ahora sí. Sabes que podrás verte en ese espejo, que puedes por fin sonreír. Has matado tu mito –o a uno de ellos-, has dejado de creer en algo que nunca existió, te plantas frente a tu espejo y te animas a ti mismo diciéndote que ha merecido la pena la deconstrucción emocional, porque ahora dejarás entrar solo lo necesario para tu modus vivendi.

Al final ese mito seguirá mostrando sus hechos específicamente construidos… pero ya no cuenta contigo, ni para lo bueno, ni para lo malo. Y te miras nuevamente al espejo, y te das cuenta de lo inocente que fuiste, en realidad nunca contó contigo. De otra forma, jamás hubiese sido tu mito. Siempre buscamos algo más grande que nosotros mismos cuando queremos obtener algo en lo que creer.